Marina, azul como el mar y labios de agua salada, sólo me dejas la esperanza. A través del amargo recuerdo, pienso siempre en tu risa cuando marcho a los dorados campos de trigo. Esa risa, que perdura en mi mente a pesar de los siglos sin tí, taladra mis oídos en el silencio de los días grises . Mi rutina ansía encontrarte de forma azarosa, porque mi voluntad es débil para contigo.
Tu nombre, Marina, es metáfora pura, y a la vez ironía, en el áspero desierto de mi vida.
5 comentarios:
En una especie de disculpa por llenar esto de tonterías, os digo que ésta parece la última de aquellas que escribí aquel día que estaba tan falto de cariño, para la próxima, vísceras o insultos al sistema o muestras de rabia contenida.
Eso, a partir de ahora Marina será estandarte de la causa proletaria, o bien una burakumin de hábitos licenciosos, ya sabes a qué me refiero :)
me encanta leer lo que escribes...te sigo (K)
tus escritos románticos son paradojas en tu nombre
me apunto ese final
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