viernes, 20 de agosto de 2010

Vacaciones Desde el cadalso

¡El espíritu se ha muerto! ¡El espíritu está vivo! ¡El espíritu se ha muerto!

El espíritu está tambaleándose encima del cadalso, el espíritu agoniza.

Volverá con más fuerzas, de entre los muertos y de más allá de las pasiones, a partir del 1 de septiembre.


P.D. (Así que ya sabéis, escritores, a programar entradas para septiembre, pero hasta entonces, NADA)

domingo, 15 de agosto de 2010

Arábigas II

Dijo el califa, al ser preguntado por la biblioteca: " Si los libros contienen la misma doctrina del Corán, no sirven para nada porque repiten; si los libros no están de acuerdo con la doctrina del Corán, no tiene caso conservarlos."

jueves, 12 de agosto de 2010

Trova del vano

Se hallaba frente a él un vacío de infinito inabarcable. Allí los naufragios no cesaban y los rayos y las olas chocaban contra ellos. Y allá al fondo el sol, devoraba galeones y aeronaves, tal si fueran de cartón; hasta aquella orilla la jornada casi dura una vida, no precisamente bella; hasta ella, cuánto sudor y sangre, y lágrimas y heridas, parecía inalcanzable. Y ya sin más que uno, coraje, un bote y un par de remos, dio rumbo a su dirección.

Y flotando ya, sobre la pequeña nave, de reojo, fue a echar un ojo atrás. Y le dijo, casi a gritos: “el placer ha sido mío, fue un encanto conocerte, pero tengo que marchar”. Dándose por despedido, olvidándose en tierra todo hastío y el deseo de añorar, puso un remo tras el otro, combatiendo la marea y la tormenta como no creyó jamás.

Bajo él, ya las olas no eran de mar, eran de brazos y piernas flotando a la deriva. Los remos, astillados, ya eran sus brazos y sus piernas cortando el oleaje de huesos descarnados y de miradas tremebundas vacías. Y más allá, cuando el Sol lo miró y las estrellas sonreían, cada uno de sus miembros se gastó en el intento de saltarse aquel peaje de vidas malgastadas, repetidas y perdidas en el fondo de la sima.

Llegado ya a la orilla poco quedaba de su cuerpo, reino de hambre, sed, frío y soledad. Pero al fin la había alcanzado, en ello se le había ido la vida y no la iba a rechazar. Y en arrastre, como pudo, avanzó hacia dentro del continente buscando algo que encontrar; y pudo contemplar cómo un enjambre de órganos sin dueños combatía por dominar.

En su angustia e indecisión, en su amarga frustración desde unos labios quebrados llegó una voz: “Cabecita solitaria, nada queda que puedas hacer aquí, es el puño el mandamás; cruza el mar, ¿lo ves allí? dicen que al otro lado la vida es plena de razón para vivir”. “Lo que dices es muy cierto, no vine aquí para ver cómo unos cuantos luchan por sobrevivir; aunque no regresaré, ésta es mi razón de vida, allá dijeron: cruza el mar para triunfar”. Y ya inmerso en el fragor y rodando su cabeza, pudo dar unos mordiscos hasta ser polvo con tesón.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Él

Había llegado de las tierras occidentales, con su aire distante y absorto. Era mucho más bello que ahora, porque la avaricia aún no le había rozado siquiera. Una vez vino, jamás fui capaz de amar a ningún otro hombre.

A menudo en la vigilia me pregunto cómo llegó hasta aquí. Si estaba buscándome o si conocía algo de mis poderes, pero lo cierto es que ahí estaba, a las puertas del castillo, un día frío de ventisca. Estaba pidiendo auxilio, parecía preocupado, tan débil y tan fuerte a la vez que no pude evitar sentirme confusa ante la situación.

- "Nèa... rel..." - Dijo antes de desplomarse sobre la nieve.

Tardé mucho en encontrar el término entre mis libros, pero al final, probando con uno de mitología occidental, descubrí que así era como los ghaessianos llaman a la Señora de los Hielos. "Mal presagio", me dije, y me sentí como al borde de un precipicio: Impaciente por saltar.

domingo, 8 de agosto de 2010

Cuentos del medievo IV

Érase una vez un héroe que eras tú, sólo que en un mundo diferente.

En aquel mundo, estabas condenado a ser héroe todos los días de tu vida, sin una posibilidad de rendirte, de cejar en tu empeño o si quiera de vacilar. El Gran Dragón había podido con todos, todos los héroes anteriores, y sabedor de tal desgracia, tú no podías permitirte un segundo de descanso.

Ibas directo a su guarida, a buscarle al despuntar el alba, la espada en la mano, la armadura de metales preciosos y el escudo del león. El rugido del Gran Dragón no espantaba tu fiero rostro, así que avanzabas en la oscuridad de aquella cueva de muerte. Cuando guiado por el resplandor de las miles de piezas de oro puro que constituían el tesoro del Gran Dragón llegabas hasta su amplia guarida, gritabas, todopoderoso:

- ¡He aquí el héroe, he aquí la espada!

Y sabías que el Gran Dragón debía temer esas palabras, pero tan sólo retorcía sus grandes fauces en una mueca horrenda, mientras aspiraba aire para expulsar su hálito ígneo. El escudo del león, debidamente colocado, frenaba el pérfido ataque, mientras avanzabas en una carga frontal. El poderoso brazo del dragón golpeaba tu cuerpo entonces, estrellándote con la pared, la lucha siempre se complicaba y nunca era tan fácil como un ataque frontal, y mientras pensabas él ya estaba allí, agarrándote, ¿dónde se había metido el escudo? pensabas, el escudo estaba en el suelo, corroído y maltrecho, la cara del león que se había vuelto triste en lugar de fiera. Y tú entretanto, ahí estabas, atrapado por el brazo del Gran Dragón en un abrazo mortal, sostenido en el aire, pero aún con la espada en la mano, a pesar de que la armadura había sido desgarrada de costado.

¡Oh, el glorioso momento de liberación que sentías, cuando, armándote de una fuerza inusitada, mantenías las fauces abiertas del dragón, estando ya en su boca, a punto de ser devorado! Con la otra mano la legendaria espada cortaba de lleno el cielo de su boca, y el Gran Dragón caía al suelo de la cueva, y el frenesí de la sangre y de la espada te invadía, y así, lograbas acabar con él.

Suspirabas varias veces, jadeabas, te sentabas en el tesoro. Había veces que estabas más cerca de la muerte que otras. Salías a contemplar entonces el ocaso que el buen Dios te había permitido poder observar una vez más.
Pero el alivio sólo duraría hasta mañana, cuando el Gran Dragón volviera a despertar, como era la rutina de todos los días de tu vida.

sábado, 7 de agosto de 2010

Sin razón

Tened en cuenta esto que os digo:

Estamos alegres de estar alegres, no os justifiquéis por estarlo. Toda justificación para estar alegres es una traición a vuestros verdaderos sentimientos.

viernes, 6 de agosto de 2010

Noctámbulo

Estaba sentado ahí ya un buen rato. El ritmo del bajo, grabado en algún estudio californiano, le recorría todo el cuerpo cuando cerraba los ojos. Sus bracitos, ridículos y débiles, descansaban palmas arriba en el sofá. Dum, dum, durum, dum. El bajo, las risas de los demás, alguna débil exclamación hacia su soledad, por parte de los otros.

El tipo estaba ahí sólo, durmiendo bajo el aire acondicionado, mientras la gente bebía y reía. ¿Sería su forma de soñar lúcidamente? ¿Padecería insomnio y sólo echándose en lugares extenuantes podría dormir?

De cualquier manera, sólo era un tipo dormido y por ello, le robé la cartera.

domingo, 1 de agosto de 2010

El presidente lo está haciendo bien

Cuando la apoteosis final ha empezado a surgir, los peces habían salido ya de su nido, en cambio tú nunca me amaste, pero qué cosa más horrible, esto no ha hecho más que empezar. Lo que quiero decir es que cuando cosas como esta le pasan a uno por la mente y duendes martillean nuestros oídos, cada vez nos resulta si Hegel dice esto o lo otro más difícil de entender, ya que nunca parece haber un punto final para la verborrea. Lo que es piedra puede ser hombre y lo que es hombre puede ser piedra, más allá de las luces de la consciencia. A veces la palabra se diluye entre una marea de sinsentidos y después de una "y" aparece cualquier cosa, problema principalmente ocasionado por la falta de revisionismo o el excesivo abuso del mismo. Me apetecía hacer una cosa así ya hace algún tiempo, si está leyendo esto no pare, o pare por completo y léase el final para comentarme algo insulso, da lo mismo si Ehunises ya han destronado Ojos Azules en las cortes celestiales o en frente de la Ciudad Blanca. La realidad como este gran enunciado no es más que una sucesión de subordinadas, coordinadas, ¿pre?ordenadas que van formando una amalgama de creencias y directrices por las que tratamos de imponer el orden al caos... No pierda usted la concentración, no la pierda, siga usted trabajando en su insulso intento de entender la creación incoherente, donde el acto creativo tiene especial prioridad o lo que diablos signifique esto o lo otro, las vanguardias se suceden, van aconteciendo, la historia es un mar de dialéctica y me parece que el presidente lo está haciendo bien, o todo lo bien que puede. A veces la situación nos supera y nos hallamos en medio de un párrafo enorme, terrible, gigantesco, y no queremos seguir leyendo pero tampoco queremos abandonar, nos preguntamos por qué el escritor es tan malvado para formar un párrafo así, podría hacerlo más pequeño y dejarnos descansar, en paz, en la imagen fotográfica de un párrafo corto Luna descansa acariciando a la perra Lulú, y mientras I don't want you to adore me, el escritor se vuelve loco y empieza a mezclar frases aún más inconexas que las de antes, se deprime, se alegra, va y viene, pero usted todavía ahí.  Por ello, cuando el escritor pierde el hilo de lo que empezaba a contar, don't want you to ignore me la coherencia sintáctica, lineal, textual, lo que quieras Paz, se pierde, y tan sólo nos queda el mal sabor en la boca de que algo habrá querido decir, después de todo, I'll do it on my own.