miércoles, 30 de junio de 2010

El poder de la Señora

Aquel grupo tan variopinto de seres no podía ser llamado una "Orden", ni tampoco una entidad. Ninguno de aquellos seres hubiera aceptado, ni externa ni interiormente, la pertenencia a un grupo de personas semejante. Eran todos poderosos, pero también la mayoría eran a la vez retorcidos y mezquinos, y además, la mayoría era incapaz de ver a los demás.

Siempre se reunían en una casa vieja a las afueras, cuando unos ojos azules, en un mar lechoso, aparecían de improviso entre el sueño y la vigilia. Y entonces todos sabían que había llegado el momento, y al día siguiente, al crepúsculo, llegaban de todas partes a la sala oscura, donde los ojos azules aguardaban.

Y era en verdad hermosa, tan hermosa, que ninguno de aquellos seres era capaz de dejar de mirarla un sólo instante, y como la sala estaba en penumbra y la única luz era la que salía de su piel, jamás veían otra cosa que no fuera sus ojos. El silencio era perenne en las reuniones, pues ella hablaba a los corazones, y su mirada era tan profunda y penetrante que podía ver a través de los ojos, más allá del presente.

Si me lo preguntaran ahora, diría entonces que no hay poder más grande que éste que los ojos azules poseían, pues en verdad cualquiera de aquellos seres hubiera dado su vida por ellos. La hubieran dado sin pudor, sin mentiras y sin grandes oraciones, la hubieran dado con simpleza, con un sentimiento íntimo de amor absoluto y verdadero, sí, pero también un amor familiar, casi... maternal.


lunes, 28 de junio de 2010

Complejidad

El tonto creía haber entendido, pero era mentira. Era sólo porque el sabio hablaba con palabras simples, que parecían sencillas, encerrando un sentido complejo.

El pueblo, a su vez, creía que el tonto era un gran sabio, porque hablaba con palabras tan difíciles, y con sintaxis tan rebuscada, que sólo podía ser complejo aquello de lo que hablaba si en verdad se veía forzado a hablar así. Y del sabio no pensaban nada; se limitaban a discutir las posibilidades de las palabras del tonto.

El sabio se indignaba y pensaba que el pueblo no lo comprendía, pero también estaba equivocado; era él el que tampoco había llegado a comprender a los demás, a pesar de su sabiduría.

El presuntuoso... El presuntuoso estaba en lo cierto.

jueves, 24 de junio de 2010

Círculo

¿Cuánto más estarás dispuesto a soportar?

Debe haber alguna razón para todo esto, escrita en el último libro de la gran estantería que ya nunca, nunca leerás. Debiste haber cogido las llaves antes de salir de casa, debiste haber reparado que la calderilla que había en tu bolsillo sólo era eso, calderilla, en lugar de las llaves que abrían el hogar.

Debe haber alguna razón, te preguntas, pero puede no haberla. El intento de explicación racional para todo es nimio y fútil ahora. Fuera, dentro. Tú estás fuera, no hay nadie dentro.

Nadie hay dentro...

No hay Nadie...

Nadie...

Otra vez, ¿Cuánto tiempo más estarás dispuesto a soportarlo?

martes, 22 de junio de 2010

Cuentos de oficina

Hoy es un buen día para Nadie.

Para empezar, ha perdido el autobús, y en la carrera que se dio para tratar de alcanzarlo, se le debió caer el dinero para comprar el desayuno. Además, se ha dormido en el trabajo. Y además, se ha manchado la ropa, y apesta a café. Y luego, la señorita Alguien le ha hablado.


Haciendo balance, definitivamente, hoy es un buen día para Nadie.

domingo, 20 de junio de 2010

Otros tiempos

"Ah, ¿te acuerdas, Teresa, cielo mío, cuando yo cortaba las flores del jardín prohibido e iba corriendo a dártelas, cuando éramos jóvenes, y aún no sabíamos el precio que habríamos de pagar por este amor tan descarnado?

¿Puedes recordar, de entre todas las muchas cosas que vivimos, la primera vez, cuando éramos jóvenes, que nos besamos, y puedes recordar si pensaste, como yo, que aquella sería la única vez?

Supongo que no te habrás olvidado tampoco de aquel olor que impregnaba nuestra habitación, ese olor tan agradable que quizá nunca vuelva a nuestras vidas..."

"Sí, Francisco, me acuerdo de todo eso. Tenemos dieciocho años, ¿cuándo, en tu opinión, éramos jóvenes?"

sábado, 19 de junio de 2010

Del buen entendimiento

- Amigo mío, creo francamente que el cristianismo es la mejor de todas las religiones.
- ¿La mejor de todas las religiones? ¡El cristianismo inventó el pecado!
- Créeme, [...], el cristianismo es una religión basada en la culpa, pero la clave está en entenderla bien. Es sólo mediante el buen entendimiento que podemos llegar a la comprensión liberadora de que Dios nos ama.
- No salgo de mi asombro, ayer mismo te mofabas de los jesuitas y de los santos, y hoy parece que les das la razón.
- Tengamos en cuenta que Dios nos ama de forma sobrenatural, ¿sí?
- Está bien, prosigue
- ¡Por tanto el cristianismo es la religión que nos deja hacer lo que queramos! ¡Se acabaron los mandamientos! ¡Se acabó no seguir la tentación! ¡Se acabó el sentimiento de culpabilidad! Como Dios te ama, la religión del cristianismo que yo te enseño ahora es la religión del perdón; del perdón sobrehumano, más allá de toda razón, hacia a aquellos que viven de verdad la vida que se les ha entregado. No se puede amar a los débiles, a los que se pasan el día arrodillados. Se ama a los fuertes, a los que abandonan el redil para crecer sólos. Por el resto, sólo podemos sentir compasión...

jueves, 17 de junio de 2010

Un escrito antiguo, y un sueño antiguo

(A Del. y a Ub.)


La ciudad está vacía, y abandonada, las ruinas se desmoronan, no se escucha el canto de un pájaro, por el suelo se desparraman blandamente los edificios antes rígidos y estáticos, los pedruscos afilados se hallan en el suelo y el polvo, los arcos de los edificios parecen apoyarse unos contra otros para no caer pero se desmiembran, y se resquebrajan las paredes tiesas. Pero más allá de los muros rotos está la selva negra oscura indescifrable, con sus árboles enormes intrincados, y no puedes pasar por ella y no puedes sentirte a gusto en ella, y no puedes ser la Selva, pero sus ramas y alimañas primigenias te dan miedo y no te atreves a salir, “tras los límites de nueva orleans empieza el corazón de las tinieblas”. Y caminas y piensas en espejos y todo parece extremadamente deformado y alargado, como una boca abierta saliendo de todo, una cara gris que se halla sobre los muros derruidos, un manto gris que cubre el suelo lleno de rocas y escoria.

Te levantas por la mañana y vas al trabajo, y un día sí y otro también, aunque ya no hay otras personas ni hay trabajo, pero tú no tienes lágrimas en los ojos, y te encuentras en condiciones, (como una chica gótica con el pelo teñido andando por un enorme pabellón lleno de otras personas similares en ciertos aspectos a ella, iluminada por el sol claro de la tarde que se cuela entre ventanas rectangulares arriba, y bajo la bóveda parece que está hablando con otra persona que se halla a su lado pero el fondo de su mente está en otra parte y en otro mundo). Y tienes que ocupar tu tiempo y trabajas sin lágrimas con esfuerzo en intentar montar todo eso, las rocas una encima de otra, como en una orgía vespertina y lloro al ocaso pero en cuanto ves que los ladrillos jamás volverán a estar como estaban te sientas y miras la ciudad derruida mil veces. Entonces, subiendo una escalinata y cruzando sobre un arco ves a una persona, pero no ves su rostro. Y empiezas a seguirla por entre paredes venidas abajo y piedras, mas te das cuenta de que parece que sabe que la sigues y corres tras ella y ella sólo acelera un poco el paso, y saltas un par de arcos caídos y le coges del hombro y se da la vuelta y ves que es una mujer, pero al mismo tiempo tiene tu rostro, y eres tú.

Y te quedas extremadamente chocado y no sabes cómo responder, entonces miras a los ojos de ella que son los tuyos y ves escrito en una pared reflejada en ellos una inscripción con sangre: "Speak to me of summer, Long winters longer than time can remember, Setting up of other roads, Travel on in old accustomed ways". Y la abrazas y te abrazas a ti mismo porque sabes que no es real, que estás soñando, y en el fondo la escena es casi perfecta para un cuadro, en lo alto de un remolino de campanario derruido con el fantasma de las palomas bajo el sol anciano, y la Selva Negra arrumando la ciudad por todos lados como un lecho de olas.

miércoles, 16 de junio de 2010

Los bueyes

- ¿Sabías? Hay una teoría acerca de la naturaleza del universo que dice que cuando deseas algo fuertemente, el universo entero conspira para que se haga realidad...


- ¿En serio?


- No, es de una frase de Paulo Coelho que me ha hecho reflexionar... ¿Es que no deseo lo suficiente que se muera nuestro amo, y en el fondo estoy perpetuando el sistema a través de mi cobardía, o es que es mentira esa frase y estoy determinísticamente condenado a trabajar todos los días bajo su yugo?




(Dedicada a Pepe Palomo)

martes, 15 de junio de 2010

La decisión

Podía responder "Azul...", y quedar como un poeta, al referirse al libro de Rubén Darío. Pero entonces la joven bien podría tomarlo como un mentiroso, o como una rata de biblioteca, o como un soñador sin perspectiva de futuro.

Podía responder "Verde" y quedar como un ecologista desaforado, casi como un hippie, al alabar el color de la naturaleza y de los campos. Claro que también podía ser malinterpretado al pensar en un verde industrial, de luces de neón, de plástico y de vida artificial.

Podía responder "Magenta" para no decir rosa y quedar directamente de homosexual, aunque claro, el magenta aparte de hacerle aparentar pedante era un color vetado para los hombres. Eso sí, tampoco podía ser descartado, ya que escoger esa opción significaba ir más allá del 89% de los que hubieran respondido a esa pregunta...

Podía responder "Amarillo", pero por alguna extraña razón, la mayoría de las chicas detestaba el amarillo, al considerarlo como un color demasiado chillón, sinestesia curiosa, ya que a él le parecía un color muy silencioso. El caso es que si ella era de éstas que nunca fueron populares en la escuela, entonces amarillo sería su perdición, pero claro, una chica tan guapa tenía muchas papeletas de haber sido popular...

Podía responder... Y pensó en más colores, pero mientras los pensaba, la chica lo tomó por inútil, y se fue a charlar con otro.



Experimento: Sugiere tu propia moraleja.

lunes, 14 de junio de 2010

xfgh

Dos turistas estaban en medio del vacío.



No sabían cómo habían acabado allí, ya que en principio ellos se dirigían a expoliar y defecar a alguna parte.

domingo, 13 de junio de 2010

Sed

Marina, azul como el mar y labios de agua salada, sólo me dejas la esperanza. A través del amargo recuerdo, pienso siempre en tu risa cuando marcho a los dorados campos de trigo. Esa risa, que perdura en mi mente a pesar de los siglos sin tí, taladra mis oídos en el silencio de los días grises . Mi  rutina ansía encontrarte de forma azarosa, porque mi voluntad es débil para contigo.

Tu nombre, Marina, es metáfora pura, y a la vez ironía, en el áspero desierto de mi vida.

sábado, 12 de junio de 2010

Sinsentido I


- ¿Qué coño estás haciendo?

- ¿No me ves? Le estoy arrancando los ojos.

- ¿Estás loco?

- Sólo quiero comprobar de qué color se pone ahora que está ciego y no puede copiar lo que ve.
- Seguramente se ponga de su color natural, verde.
- O quizás se ponga de un gris feo y humillante...




Amor enlatado, cultura de sobre,
prosa abrefácil,
pensamiento precocinado,
confitura cerebral, ocio bajo en grasas,
metafísica industrial




tú, yo, ellos





... de un gris feo y humillante


viernes, 11 de junio de 2010

La guerra

Esta noche, cuando estés en el más profundo de los sueños, y las luces de tu consciencia se hayan apagado, piensa en mí. Piensa en mí sólo en lo más profundo de tu memoria, donde quizás aún me ames, y donde quizás tu odio no haya borrado nuestros recuerdos.

Yo también, cuando estoy solo, inmerso en algún lugar de mi mente, pienso en tí, aprovechando que nadie puede verme, para recordarte justo como eras. Eras linda entre las flores, entre las sábanas, entre todo lo que fuera perfumado y también todo lo que fuera tenue, eras de luz más pura que las estrellas, eras plata en tus ojos y perlas en la boca. Eras hermosa de cualquier manera.

En realidad, ya casi no queda nadie que pueda verme pensar en tí, porque nadie te recuerda ya. Sólo yo sigo consciente de tus formas, de tu sonrisa, de tu mirada socarrona. El otro día, sin querer, le hablé de tí a David. Me dijo que me estaba volviendo loco, que nunca fuiste tan hermosa, que yo te había repudiado, que mientras éramos amantes no hacía otra cosa que flirtear con otras chicas. Durante un instante, me contuve, porque el impulso de matarle era demasiado fuerte. Fue un impulso animal, carente de toda lógica, pero durante un instante fue demasiado fuerte como para poder pensar en otra cosa.

Sea como sea, y pasase lo que pasase, ahora que me hallo a miles de millas de tí, que sé que nunca jamás nos volveremos a ver, tu amor, ficticio o no, es lo único que me queda de humanidad. Presupongo nuestra complicidad a través de los años luz, a través de miles de distancias y de muros de hielo y de espacio vacío entre nosotros. Nada de lo que yo pueda hacer tendrá efecto en tu mundo, y nunca nadie sabrá nuestra historia, ocurrida tan sólo en mi mente febril y ensoñadora. Pero aquí y ahora, mientras siga amándote, podré apretar el gatillo todas las veces que haga falta.


(Lo único importante es la ilusión de amor, o de haberte amado.)

jueves, 10 de junio de 2010

A los idealistas

El desprecio del cuerpo es la consecuencia de la insatisfacción que se experimenta respecto de él.

Nietzsche, fragmentos póstumos

miércoles, 9 de junio de 2010

k

El sofá está delante de la mesa, como aguardando. Yo busco sin parar a lo largo y ancho de los archiveros la documentación oficial de su compra, pero hay tantos papeles que es muy difícil encontrar algo. No obstante, recuerdo con perfecta claridad haber solicitado un seguimiento de su traslado, así como un par de copias de seguridad del libreto de instrucciones, pero por mucho que rebusco y desordeno y cambio de sitio los archivos, los documentos que he de localizar de forma ineludible siguen sin aparecer. Debería de haber puesto en marcha mucho antes aquel sistema de clasificación que ideé ese mismo verano, y ya los habría hallado, ahora, por más que miro una y otra vez en las secciones en las que deberían encontrarse, sólo consigo desordenar más y más los documentos colindantes, la mesa entera es un mar de papeles. Miro al sofá, desesperanzado. Parece claro que nunca hallaré la documentación requerida para tener acceso a los entresijos del sofá, así que no podré justificar mediante esa clave rigurosamente obtenida ninguna consideración oficial que de otra forma podría permitirme estipular hacia él, son cosas de momento claramente imposibles. Imagino que, si hubiera encontrado los papeles, ahora mismo estaría bailando con el sofá en el jardín, los ojos rebosando lágrimas, pero es una escena que dudosamente se producirá, ya que en este momento me es imposible tener la base sobre la que fundamentar con claridad su análisis seccionado, y tras éste, y tras la observación del mecanismo por el que interactúen las distintas referencias que obtenga, poder alcanzar un nuevo apartado, ya abstracto, para cuyo tránsito obtendría de la documentación acreditada que necesito las pautas iniciales, que habría de acompañar del estudio comparativo de las cifras que obtuviera de mi subclasificación con respecto a la experiencia que ya me fuera conocida, tras tantos años de haberlo usado. Tras este pequeño atolladero, en el que administraría las funciones de las referencias resultantes de la forma más lógica posible, se me abriría la posibilidad de nuevos niveles progresivamente ascendentes, de los que pienso hacer un detallado análisis, en vistas a rellenar las secciones que queden más oscuras del conocimiento en mi haber, que requerirá sucesivas divisiones de la información en subcategorías de acuerdo con el discurrir de un criterio interno y vertebral que surgirá conforme se desarrolle y evolucione el mismo proceso, y según el cual adjudicaré interpretaciones a los datos que evidencien resultados variables mediante un método que por sí mismo sirva para propiciar el avance de la tendencia general, tendencia esta unidireccional y creciente, que ha de ser siempre analizada con respecto a los apuntes que vaya logrando de la relación proporcional presente en las intersecciones de los distintos niveles y fases precedentes, que han de ser continuamente revisados durante todo el devenir de mi modesto proyecto. Pero, como carezco de documentación, me están vedados esos entresijos y esa comprensión que mi espíritu aventurero se había decidido a explorar. La luz de la tarde hace que sus brazos parezcan de oro, como si se regodease en su propia inaccesibilidad. De repente se me viene a la mente la idea salvadora de que, inequívocamente, alguno de los libros de mi extensa biblioteca, fichados en el vasto archivo que se encuentra en la tercera habitación a la izquierda del corredor, contiene una referencia unívoca y clara, por breve que fuera (incluso una palabra me bastaría), al sofá, o a algún sofá, o a todos los sofás, que bastara por sí sola para ayudarme a lograr el impulso que preciso para alcanzar los primeros escalafones de la subclasificación en las categorías iniciales del proceso. Sí, sin ninguna duda tengo constancia de que en alguna página podría encontrar la referencia o cita añorada, pero sé que cometería un grave y costoso error si dejara sin vigilancia al mueble por un momento.

lunes, 7 de junio de 2010

Cuentos del medievo

El malvado estaba solo. Después de haber acabado con su mejor amigo, el secuaz impertinente, no hallaba consuelo en su alma, y ahora su silencio amenazaba con acabar con él.

El malvado estaba solo, y estaba solo porque había despreciado la amistad de los buenazos, de los débiles, y porque había destrozado la vida del secuaz impertinente. Desde su torre de ébano, observaba cómo los juglares componían canciones acerca de la vida que se daba él, y de cómo su crueldad había acabado con las ilusiones y la vida de sus víctimas. Los héroes finiquitados gracias a sus perversos planes bebían en la taberna, congraciándose de sus desdichas, y forjando amistades eternas, y amándose con las damas a las que el malvado había repudiado después de usarlas como si de herramientas se tratara. Y los juglares cantaban la crueldad del malvado, que se había erigido de los infortunios de los demás.

Pero estaban equivocados. El malvado no era feliz, el malvado lloraba y lloraba, por no tener a alguien más canalla y ruin al que echarle la culpa de todas sus desgracias.

domingo, 6 de junio de 2010

Arábigas

Dicen que hubo un sultán que amó tanto a una de sus esposas, que, cuando ésta murió, para tratar de olvidarla, prohibió por decreto su nombre, y toda mención hacia ella o hacia alguna de las partes de su divino cuerpo.

Horas después, derogaba esa misma ley, y no por la incomodidad de sus súbditos, si no porque a cada segundo, a cada instante, se veía a sí mismo colgado de la horca.

sábado, 5 de junio de 2010

El último tango

Tania, te lo ruego, baila conmigo este último tango…

A duras penas levantado, puesto en pie sobre las losas relucientes de aquel salón blanco, se aproximaron los cuerpos hasta tocarse, y las yemas de los dedos y las palmas de las manos. A duras penas sostenido, el corazón comenzó a latir al ritmo cuaternario del piano, el bandoneón, el violín y el contrabajo pellizcado. Y a duras penas, sentidas ya las penas como alegrías, y sentidos los gestos no como onerosos y torpes, sino ágiles, ya las fibras y los huesos habían rejuvenecido y bailaban como lo hacían los de un crío. Y girando y dando giros y vaivenes y boleos y traspiés, las luces se apagaron, las puertas se abrieron, abatibles, con el golpe de los pasos a su través. Y los pasillos comenzaron parpadear con luces de pasión, y una hilera de velas de color llevó la dirección a las escaleras de metal, tambaleadas bajo el peso de los ligeros pasos pero intensos que marcaban el compás al solo de violín.

Y allí, en la azotea, la Cenicienta Esfera que coronaba la noche envidió cada instante, cada ademán y cada semblante en aquellos bailarines, que danzaban a su propia luz la melodía del amor y de la vida; y fueron más los surcos en aquel suelo dejados en momentos por los pies danzantes, que los cráteres de cometas en eternidades marcados en su rostro; y los limbos comenzaron a llover los pétalos del escaramujo; y mil vendavales y mil llamas, admirados y asombradas, hicieron coro al dueto embriagado, mientras paso tras paso se acercaba el momento del ocaso. Y mientras la vehemencia de los vientos y el ardor de las cuerdas hacían del aire el éxtasis, en una cadencia delirante que parecía infinita, se contorsionaron los miembros una y otra vez ascendiendo y descendiendo sin tocarse nunca; y los pies uno al otro se persiguieron desplazándose sobre el suelo sin parecerlo rozar para luego golpear la tierra con firmeza; se arrastraron las pantorrillas una y otra vez y luego ascendieron al vuelo; y se acercaban y se alejaban los labios embebidos en una gravedad cuya ley a cada segundo reinventaban.

Luego, viento y fuego les abrieron paso hacia las escaleras, que ambos, distendidos, de nuevo, comenzaron a bajar, mientras la melodía mermaba. Y en el pasillo, tras la hilera de velas, una profusión de seres uniformados a cada lado de la galería aplaudían a los transeúntes, sonriendo; tras ellos, llegaron otros rostros, familiares, compungidos algunos, otros serenos; y al final, a un lado de las puertas del salón, su esposa. La danza finalizó ante ella, fulminante, reluciente. Una mirada, luego un “lo siento, sé feliz”…

El túnel quedó atrás, tras aquellas puertas que se abrieron, abatibles, con los golpes de la satisfacción, y las luces fueron cobrando intensidad, mientras se hacía el camino de serenidad. Y los pasos eran cada vez más seguros, más pesados, pero menos vanos, colmados. A duras penas, el corazón fue dejando de vibrar a la vez que la convulsión de la música se hacía más remota. A duras penas acostado, tendido de nuevo en el interior de aquel gran salón blanco, se separaron los cuerpos, las palmas de las manos y las yemas de los dedos.


… Ahora Tania, Princesa, llévame a tu reino.

viernes, 4 de junio de 2010

Bring the boys back home

Reían y se cortaban con botellas y arena, al ver la balsa llena de cadáveres acercarse lentamente desde el horizonte.

jueves, 3 de junio de 2010

Absurdismo

Ana, la nueva profesora de Arte Modernísimo y arte Más Allá del Pop-Art, era la profesora más amada por todos los alumnos de la fría escuela de arte, tan centrada en el éxito. Su integridad para con la asignatura que impartía era conocida incluso por los inspectores, que se alegraban de tener una profesora tan eficiente.

Ana tenía muy clara la siguiente directriz: Era imposible suspenderlos, ya que cualquier jurado podía contar cualquier cosa como una obra de arte de millones.

miércoles, 2 de junio de 2010

Consejos del compadre 1

Escribir está muy bien. Pero la gente debería moderarse en cuanto al grado de celo empleado en exponer sus vidas y sentires ante auditorios vacíos.



Y no hagáis de los blogs el nuevo tuenti. Que ya sabemos que todo lo que se pueda cotillear pervertirá conversaciones. Salid a que os dé el sol, carajo. O la luna, en su defecto.

martes, 1 de junio de 2010

Los ojos

El primero tenía el iris marrón. El segundo, azul. Los dos estaban desprovistos de una cabeza y un cuerpo que justificara su presencia en mi mesita de noche. Parecían, al principio, duros y fríos como el cristal, como si alguien les hubiera pasado un barniz, pero sólo fue la primera impresión, hasta que el tacto corroboró su gelatinosidad.

Por alguna extraña razón, alguien había dejado ambos ojos en mi cuarto... Y por otra aún más extraña, ninguno de los posaderos se avenía a cerrar las puertas, las ventanas, los postigos, ni tan siquiera a atrancar la puerta de mi habitación. Comprendí esa razón cuando ya era tarde, tan tarde que sólo podía cubrirme con la manta, como si allí nadie me fuera a encontrar. Oí pasos en el pasillo.

Mi ojo era el próximo.