miércoles, 9 de junio de 2010

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El sofá está delante de la mesa, como aguardando. Yo busco sin parar a lo largo y ancho de los archiveros la documentación oficial de su compra, pero hay tantos papeles que es muy difícil encontrar algo. No obstante, recuerdo con perfecta claridad haber solicitado un seguimiento de su traslado, así como un par de copias de seguridad del libreto de instrucciones, pero por mucho que rebusco y desordeno y cambio de sitio los archivos, los documentos que he de localizar de forma ineludible siguen sin aparecer. Debería de haber puesto en marcha mucho antes aquel sistema de clasificación que ideé ese mismo verano, y ya los habría hallado, ahora, por más que miro una y otra vez en las secciones en las que deberían encontrarse, sólo consigo desordenar más y más los documentos colindantes, la mesa entera es un mar de papeles. Miro al sofá, desesperanzado. Parece claro que nunca hallaré la documentación requerida para tener acceso a los entresijos del sofá, así que no podré justificar mediante esa clave rigurosamente obtenida ninguna consideración oficial que de otra forma podría permitirme estipular hacia él, son cosas de momento claramente imposibles. Imagino que, si hubiera encontrado los papeles, ahora mismo estaría bailando con el sofá en el jardín, los ojos rebosando lágrimas, pero es una escena que dudosamente se producirá, ya que en este momento me es imposible tener la base sobre la que fundamentar con claridad su análisis seccionado, y tras éste, y tras la observación del mecanismo por el que interactúen las distintas referencias que obtenga, poder alcanzar un nuevo apartado, ya abstracto, para cuyo tránsito obtendría de la documentación acreditada que necesito las pautas iniciales, que habría de acompañar del estudio comparativo de las cifras que obtuviera de mi subclasificación con respecto a la experiencia que ya me fuera conocida, tras tantos años de haberlo usado. Tras este pequeño atolladero, en el que administraría las funciones de las referencias resultantes de la forma más lógica posible, se me abriría la posibilidad de nuevos niveles progresivamente ascendentes, de los que pienso hacer un detallado análisis, en vistas a rellenar las secciones que queden más oscuras del conocimiento en mi haber, que requerirá sucesivas divisiones de la información en subcategorías de acuerdo con el discurrir de un criterio interno y vertebral que surgirá conforme se desarrolle y evolucione el mismo proceso, y según el cual adjudicaré interpretaciones a los datos que evidencien resultados variables mediante un método que por sí mismo sirva para propiciar el avance de la tendencia general, tendencia esta unidireccional y creciente, que ha de ser siempre analizada con respecto a los apuntes que vaya logrando de la relación proporcional presente en las intersecciones de los distintos niveles y fases precedentes, que han de ser continuamente revisados durante todo el devenir de mi modesto proyecto. Pero, como carezco de documentación, me están vedados esos entresijos y esa comprensión que mi espíritu aventurero se había decidido a explorar. La luz de la tarde hace que sus brazos parezcan de oro, como si se regodease en su propia inaccesibilidad. De repente se me viene a la mente la idea salvadora de que, inequívocamente, alguno de los libros de mi extensa biblioteca, fichados en el vasto archivo que se encuentra en la tercera habitación a la izquierda del corredor, contiene una referencia unívoca y clara, por breve que fuera (incluso una palabra me bastaría), al sofá, o a algún sofá, o a todos los sofás, que bastara por sí sola para ayudarme a lograr el impulso que preciso para alcanzar los primeros escalafones de la subclasificación en las categorías iniciales del proceso. Sí, sin ninguna duda tengo constancia de que en alguna página podría encontrar la referencia o cita añorada, pero sé que cometería un grave y costoso error si dejara sin vigilancia al mueble por un momento.

6 comentarios:

Cörvus dijo...

Qué obsesión con el sofá,personita!

Bailando con el sofá en el jardín?
Quiero hacer eso! :)

Y por cierto,ansío encontrarte por msn,estás en mi blog :)

Quiero[te]

Ripser dijo...

Los párrafos son un recurso cuya omisión puede pretender fines deliberados, gracias.

Layne dijo...

se me escapa una lagrimita al leer esto

_Greed_ dijo...

Te he pillado.

"un grave y costosísimo error"

¡Es relacionarse con un estúpido! xD

Nah, no me hagas caso, es fruto de saberme de memoria las leyes de la estupidez humana XD

Ripser dijo...

Que has visto qué? A este punto las ves profetizando apocalipsis en los muros xD

_Greed_ dijo...

Y releyéndolo, he de admitir su genialidad...