domingo, 2 de mayo de 2010

El hombre onírico

Es escalofriante. Hoy, al despertar, he vuelto a contar los días, las lunas y las lluvias que han pasado desde entonces, y que llevo viviendo en este lugar nítido y cuadriculado. Cuando hablo contigo, allá en casa, dices siempre que estás bien, que ahora podremos caminar juntos, a cualquier parte, que me acompañarás a casa, que ya no hay nada que temer, y luego risa cristalina y mirada coronada de plata, pero luego de tí no hay nada, sólo abrir los ojos y maldecir tu nombre una vez más, demonio del sueño que vienes a acosarme cada noche.

Desde la ventana, a plena luz del sol, observo ahora con hastío el ajetreo de toda esta insulsa ciudad. Hace dos segundos, ahora tres, y más tarde cinco, estaba en el paraíso de tus brazos.

La taza de café se cae al suelo. Qué más da, si NO es un sueño, esta noche, cerraré los ojos, y no habrá pasado nada.

2 comentarios:

Eli Lie dijo...

Me ha encantado esta entrada!:)

Unknown dijo...

Me ha gustado, porque con una simpleza y claridad envidiables transmites a la perfección el tener a alguien rondandote la cabeza como una mosca que no para de sobrevolar...no te impide hace tu vida pero casi que si, es como una alteración continua.