martes, 7 de septiembre de 2010
Negligencia
Vivían entre colchones desnudos, desnudos y adanes, no recordaban ya ni dónde. Se despertaban tarde, cuando la oscuridad absoluta se hacía apagada penumbra al infiltrarse el sol por los pequeños orificios en la ventana. Entonces escribían durante un rato en sus cuadernos cuánto habían volado y sucumbido, andado y conversado, sufrido y disfrutado, visto, oído, tentado, olido y degustado; intercambiaban pareceres y vivencias entre ellos, y descorchaban un nuevo frasco de pastillas, apenas escasas horas después del desvelo. Pronto rendirían de nuevo sus almas a los excesos y quimeras que la existencia se negaba a concederles en la vigilia.
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5 comentarios:
Buena vida esa.
Dios, ¡este relato es magnífico!
Me rindo ante tu capacidad expresiva; yo había intentado hacer algo semejante en las primeras entradas (es decir, un relato con una idea parecida), pero fui frustrado con el resultado.
El tuyo es mejor :D
“Mientras hacía labores ecológicas en el baño, os oí a Óscar y a ti relatar recién despiertos vuestros sueños... fuisteis la inspiración”
Magnifique.
Y cada vez necesitarán más pastillas. Sus cuerpos se harán tolerantes a ellas.
Vuelvo, amigos
Hasta que olviden los cuadernos y abandonen el despertar
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