domingo, 19 de septiembre de 2010

Asesino de su humanidad

Suicidarse. Ni la palabra ni el concepto. Cosa de débiles. Los exiliados a los márgenes del mundo que se cuelgan por incomprendidos, los románticos que se aventan por amor y por odio, los pasionales fanáticos del elitismo que terminan en medio de un festín de narcóticos porque vivir les resulta demasiado vulgar…

Asesinarse. Es ése el concepto y la palabra. Una conspiración contra el yo decadente, impedido y menoscabado, que algún día, más tarde o más temprano, termine por llegar para acabar conmigo. Entonces no habrá razón para perpetuar el futuro de la sombra y las cenizas de lo que una vez fue.

Así lo dispuse. Reuní a mis tres inseparables leales, a mi amante y a mi hermano. Les detallé el propósito y los apuntes del complot. La decadencia, les conté, viene camino a mí desde hace meses, su halo ya me contagia, es más veloz que yo, y no toleraré refugiarme en escondites vacuos como alimaña. Por eso me detendré en el camino, me giraré y la miraré a los ojos, y luego se fundirá conmigo. Pero eso no lo veré, cegado por el polvo del mañana decrépito. A vosotros os exijo, aún que conservo vuestra franqueza, que acabéis conmigo, porque ya, queráis o no, habré dejado de ser el mismo.

Ellos contemplaron el momento de mi final. Sin duda. Pero no parecieron aceptar su cometido. Uno a uno, fui a encontrarlos. De ellos no quedaba más que tres sogas colgando del gran árbol, un balcón abierto a la inmensidad, y un frasco vacío de plástico ahumado.

Yo al fin y al cabo estaba en lo cierto. La decadencia estaba servida. No mostraron hacia mí un ápice de lealtad ni de honradez. Sin embargo, ahora sus rostros plácidos sugieren que, por encima de todo, me amaban. Cosa de débiles. Ahora la sombra y las cenizas de lo que una vez fue se me torna un difuso espejismo en el pasado.

7 comentarios:

Cristina Domínguez dijo...

Todo el mundo es débil, ¡ qué tristes somos!

Unknown dijo...

Me encanta

Ripser dijo...

Yo a eso lo llamo complejo de ser Fuerte :)

rafarrojas dijo...

Nietzsche decía aquello de "pensar en el suicidio me ha ayudado a pasar muchas malas noches"... pero ¿y qué pasa con los días?, cuando el sol lo ilumina todo en plan cruel, sin dejar resquicios o insterticios donde esconderse, lo muestra todo cual es, maldito sea!, y uno se siente como cucaracha en mitad de la cocina cuando de pronto alguien da al interruptor y allí está, in fraganti, vulnerable, fea hasta decir basta, q parece gritar con su fealdad la cucaracha "písame, reviéntame con el zapato, redúceme a mancha, q es menos asqueroso q este cuerpo de Samsa"
Y me he acordado de varios autores, de Jardiel Poncela, que en (creo que era) Espérame en Siberia, vida mía, encarga su suicidio, como lo hizo también Jean Paul Belmondo en una película, y como decía también creo Stevenson q había un club "el de los suicidas", q se inspiraba en una idea de Thomas de Quincey, el del Asesinato como una de las Bellas Artes... Y luego, aquel cuento de Lord Dunsany de tres ladrones amigos de uno al q han ahorcado que se juegan el tipo por descolgarlo y enterrarlo (porque el castigo por descolgar a un ahorcado era ir a hacerle compañía) ...
y al final lo que cuenta es tener amigos q estén para negarte tu propia decadencia...

Mi muy estimado amigo Ripser, te mereces una vida larga y (si te empeñas) decaer por muchos años

Ripser dijo...

Gracias hombre

Yo te auguro una décadence provechosa ;)

_Greed_ dijo...

¿Todo el mundo es débil?

¿Los Fuertes escapan a la decadencia?

Llamo a la prudencia práctica, por dios; estar en el término medio es la mejor forma de estar siempre más cerca de la verdad que los demás.

_Greed_ dijo...

Ah, perdona, Manuel, me he enfrascado en los comentarios.

Tu interpretación muy buena, por supuesto mucho más seria que la mía...

Ánimo y sigue escribiendo (que ahora el blog no va a poder contar conmigo XD).