viernes, 11 de noviembre de 2011

La huida


Ella lo había estado advirtiendo cada mes, pero nadie la tomó en cuenta. Primero, cuando el mundo era joven, realizó un primer amago tímido, y envuelta en un manto de oscuridad y estrellas, se deslizó a un lugar mejor. Desde entonces y cada mes volvía a aquel sitio oscuro, oculta de la vista de toda la humanidad.

Cuando su huida se hizo definitiva, allá abajo en la Tierra sus efectos fueron inmediatos: Ningún hombre había imaginado lo que sería vivir sin Luna, ningún hombre excepto aquel que, dirigiéndose hacia la colina a aullarle como cada mes, suspiró al sentirse liberado para siempre de su maldición canina.

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