Él seguía sin entenderlo. A pesar de que todos habían deseado que se perpetrara aquel asesinato, se hallaba estúpidamente condenado a la horca por haberlo cometido. Todos habían deseado la muerte del maldito tirano, y aún así ahora se sorprendían:
"¡Monstruo, monstruo!" lo llamaban.
Él seguía sin entenderlo; no monstruo, no, sólo podía ser héroe en cuanto al coraje que hacía falta para ir más allá de las palabras.
1 comentario:
Sin duda, para eso hay que tener valentía, pero a los asesinos no los llamaría "heroes", aunque piensen que lo son.
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