sábado, 10 de julio de 2010

Cuentos del medievo/oficina

Hace ya algún tiempo, apenas unos cuantos siglos, Äbel, el caballero de la blanca armadura, que era todo bondad y todo sonrisas aun en las situaciones más difíciles, se encontró despedido al levantarse.

Äbel no alcanzaba a ver cual podía ser la causa de su despido; había hecho mucho más que cualquier ciudadano de a pie, había encarnado la lucha contra el mal, contra toda mentira y toda acción perniciosa. Y si bien hacía todo lo que podía para tratar de arreglar aquello que pudiera haber hecho mal, no podemos culparle de su ignorancia en estos temas, ya que la razón sería descubierta sólo varios siglos más tarde.

Era obvio que todo se trataba de un problema de perspectiva histórica; ahora Äbel era el mal, y los villanos adalides de la ética por la que se lo acababa de juzgar.

1 comentario:

Ripser dijo...

¿He de entender que Äbel fue una de las primeras víctimas documentadas de la Moral, y que sufrió de lleno la Transición a ésta?