martes, 2 de julio de 2013

Ídolo

Era un artista poco convencional. Era un artista malvado, era un arquitecto del mal, era mucho mejor que cualquier genio del mal con fuertes estudios de matemáticas, estadística y química.

Nunca dijo una palabra de su secreta aficción a retorcer todo cuanto se hallaba a su paso, de manipular a todo ser que se le acercase. Un día, por fin, logró ser el responsable de construir la Estatua de la Justicia en la Plaza Mayor.

La balanza sutilmente inclinada, el pañuelo atado, pero no demasiado fuerte...

La espada afiladísima.

1 comentario:

Unknown dijo...

Somos creadores de secretos monstruos.