Y aquel muchacho de parecer volátil, de grandes ilusiones y mayores sueños, se deshizo en agua al recibir el primer beso de aquella chica de pelo castaño y mejillas rosadas.
Había quedado poco más que un fuerte olor a sudor y una masa de ropa en el banco. Él interpretaría más tarde que algún dios no quería que él le cayese en gracia a la chica de pelo castaño y mejillas rosadas, y por eso al día siguiente, a pesar de que obviamente no estaban casados, fue expresamente a su casa y gritó:
¡TE REPUDIO!
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