sábado, 6 de noviembre de 2010

Es lo insólito de nuestras desgracias lo que nos define, mucho más que cualquier alegría pasajera. Estamos determinados, sin embargo, por cómo somos capaces de experimentar estas desgracias, y por el grado de intensidad que les otorguemos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

eres genial

Anónimo dijo...

Por eso los que nunca se han topado con las vicisitudes serias de la vida se mueren de aburrimiento.
Y luego están los que se agarran a la bendita decadencia con tal de no perder el rumbo.

Cristina Domínguez dijo...

Pues sí, pues sí

rafarrojas dijo...

Siempre he dicho que la personalidad de los electrodomésticos está en sus rallones y abolladuras... De la misma forma, las personas que sino sería idénticos unos a otros se diferencia en sus marcas, pecados y desgracias. Si estas son muchas, casi no se reconoce al ser humano que hay debajo. Si demasiado pocas, se corre el riesgo de convertirse en acero inoxidable, ajeno e incapaz de comprender el mundo.

Ripser dijo...

En las tribus totémicas quien más cicatrices tenía era considerado "el más cercano a un Dios"