miércoles, 26 de octubre de 2011

Los hombres buenos (adaptación)

(A Rocío, mejor pedir perdón que permiso)

Yo siempre he sido un hombre que se ha seguido por principios morales, un hombre que, a pesar de las adversidades, ha sido bueno. Lo que esto significa, un hombre bueno, no se tiene muy en cuenta hoy en día, pero, cuando tu abuelo me crió, se aseguró desde su labor como padre de hacérmelo saber.

Yo te lo haré saber también, entonces, hijo mío, a fin de que sepas qué es un hombre bueno. Un hombre bueno es aquel que lucha por el bienestar de los demás, aquel que lucha por que todos a su alrededor lo vean como alguien bueno. Es un buen marido, un buen padre, un buen estudiante, un buen ciudadano, un buen trabajador, un buen luchador…

Sin duda, esto es lo que la sociedad entiende como un hombre bueno, y así ha sido a través de los tiempos. Así que me esforcé porque todos y cada uno de las personas que iba conociendo viesen en mí un hombre ejemplar, hasta que llegó tu madre.

Al principio, y en cuanto la vi, supe que ella estaba enamorada de mí. ¿Cómo lo supe? No lo sé. También supe de inmediato la manera de hacerla feliz, y vi que era sencilla, de modo que me casé y me esforcé por ser un buen marido.

Esto, más o menos, sería lo que debería enseñarte a hacer si aquel día lluvioso no se me hubiera despegado una de las caretas.

Al agacharme a recoger la careta de hombre bueno que me había puesto para salir a la calle, vi mi cara reflejada en un charco mojado. Era yo, era mi verdadera cara. Y era una cara tan triste, tan compungida, tan profundamente olvidada que, mirándole a los ojos, instantáneamente supe que debía ser, por primera vez en mi vida, bueno conmigo mismo.

Esto ahora no lo entiende nadie y todos te dirán que soy una mala persona. Es muy posible que todos olviden mis treinta y cinco años de bondades, todas mis buenas obras y todas las horas que les dediqué. Lo mucho que les hice felices y lo mucho que accedí a sus deseos, sacrificándome por ellos. Todo esto quedará ya borrado en su mente y pensarán que fue falso, pero no lo fue, como tampoco lo fue que ellos jamás pensaron realmente en mí.

Ahora que ya sabes lo que es un hombre bueno, hijo mío, ahora que te miro desde la cuna y pienso que quizás jamás nos veamos, pienso que podrás ser lo que quieras en esta vida, que tienes un universo de posibilidades ante ti y que yo estaré orgulloso elijas lo que elijas, pero, hijo mío, por favor, por favor, nunca seas un hombre bueno.

2 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Es una historia tan buena que merece ser publicada. He tenido la suerte de que grandes personas me hayan obsequiado alguna que otra historia (como es el caso) preciosa, que me hubiese gustado compartir con el mundo, y por supuesto no he hecho por esa intención de exclusividad.
Así que me parece MÁS que bien que la publiques aquí.

Y sobre decirlo, te adoro,
y gracias : )