(A Manuel, a Óscar, a Pablo... )
En mi vida, siempre he admirado a estos seres. Alguno
puede pensar que me refiero a aquellos que, con barba y pelo largo, se
encierran en una cueva y esperan a que alguna buena mujer o muchacho se
les acerque para llevarles viandas y no morir desnutridos.
Nada
más lejos de la realidad hablo de aquellos que jamás podrán leer esto,
de aquellos que han sido capaces de sacudirse las duras ligaduras de
cáñamo cibernético y que no están conectados a la Madre.
Más
de una vez he llorado en silencio mi condición de vulgar bombilla que
sin estar enchufada es nada, y más de una vez he llorado en público, ya
de una manera abierta y descarada por la existencia de estos seres. ¿Comprenden de lo que les hablo?
Estos seres excepcionales, estos superhombres
de la cultura moderna, insisten de manera insidiosa en que sea
imposible contactar con ellos, haciendo la posibilidad de disfrutarlos
efímera y aleatoria, haciendo un mito de su existencia.
Si los ven, no lo duden: Enchúfenles.
2 comentarios:
Es curioso, porque hoy mismo decidí con ímpetu que en donde esté el año que viene volveré a carecer de internet.. me tocará ser de esa clase de seres legendarios de los que nunca se supo qué hicieron después de lo que cuentan las historias.
Siempre fueron, un poquito, ese tesoro secreto...uno de "mis bienes" más preciados sin duda.
: )
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