domingo, 11 de septiembre de 2011

Sine die

Tu cabeza arde Y aún te rascas el mosquito del meñique. Tu cabeza es ceniza Y te empecinas por salvar a golpes Un trozo rojo de carne

1 comentario:

Ripser dijo...

Mientras la carne roja sea propia, el poema mantendrá su halo angélico :D