lunes, 22 de agosto de 2011

Crueldades

Un día un escritor fue obligado a releer sus obras de adolescente, atado a una silla. El experimento tuvo que acabar con la segunda frase; tanto vómito estaba poniendo malos a los voluntarios que le leían.

2 comentarios:

rafarrojas dijo...

(ver Stephen King, Stand by me, para observar la capacidad de contagio de una vomitona)

uno que decía, quería, pensaba que iba a ser escritor llega a viejo sin serlo, y es como un árbol que se agachara en invierno a recoger las hojas que se le cayeron porque se siente desnudo y vacío (hoja de parra de adán leñoso). Caracteriza a aquel que dijo, quiso, pensó que se convertiría en escritor el hecho de que él mismo acaba siendo su único lector.

Ripser dijo...

Ellos querían ver sangre y a un tipo arrancarse sus propias vísceras para dejar de mirar, pero la víctima se limitó a vomitar, vomitaba con placer, reía vómito, de muchos años a esa parte había olvidado catastróficamente los motivos para decirse a sí mismo lo poco que valía.