Una risa estentórea martilleó mi cabeza. El día era largo, y mi
travesía seca. ¿Cuantos días hacía que me había desviado? Contemplé mi
alocada cantimplora, tan seca como yo. Ya no oía ni siquiera una cabra,
nada que me indicase que en aquel paraje hubiera vida. Miré al sol, y
una risa como un rayo martilleó mi cabeza, por última vez.
Miles
de lenguas ondulantes, de terribles y dorados siervos de un dios
primigenio e inclemente vinieron a por mí. Yo estaba seco, pero ellos
sabían que, en mi interior, aún quedaba agua que robarme.
viernes, 28 de octubre de 2011
jueves, 27 de octubre de 2011
miércoles, 26 de octubre de 2011
Los hombres buenos (adaptación)
(A Rocío, mejor pedir perdón que permiso)
Yo siempre he sido un hombre que se ha seguido por principios morales, un hombre que, a pesar de las adversidades, ha sido bueno.
Lo que esto significa, un hombre bueno, no se tiene muy en cuenta hoy
en día, pero, cuando tu abuelo me crió, se aseguró desde su labor como
padre de hacérmelo saber.
Yo
te lo haré saber también, entonces, hijo mío, a fin de que sepas qué es
un hombre bueno. Un hombre bueno es aquel que lucha por el bienestar de
los demás, aquel que lucha por que todos a su alrededor lo vean como
alguien bueno. Es un buen marido, un buen padre, un buen estudiante, un
buen ciudadano, un buen trabajador, un buen luchador…
Sin
duda, esto es lo que la sociedad entiende como un hombre bueno, y así
ha sido a través de los tiempos. Así que me esforcé porque todos y cada
uno de las personas que iba conociendo viesen en mí un hombre ejemplar,
hasta que llegó tu madre.
Al
principio, y en cuanto la vi, supe que ella estaba enamorada de mí.
¿Cómo lo supe? No lo sé. También supe de inmediato la manera de hacerla
feliz, y vi que era sencilla, de modo que me casé y me esforcé por ser
un buen marido.
Esto, más o menos, sería lo que debería enseñarte a hacer si aquel día lluvioso no se me hubiera despegado una de las caretas.
Al
agacharme a recoger la careta de hombre bueno que me había puesto para
salir a la calle, vi mi cara reflejada en un charco mojado. Era yo, era
mi verdadera cara. Y era una cara tan triste, tan compungida, tan
profundamente olvidada que, mirándole a los ojos, instantáneamente supe
que debía ser, por primera vez en mi vida, bueno conmigo mismo.
Esto
ahora no lo entiende nadie y todos te dirán que soy una mala persona.
Es muy posible que todos olviden mis treinta y cinco años de bondades,
todas mis buenas obras y todas las horas que les dediqué. Lo mucho que
les hice felices y lo mucho que accedí a sus deseos, sacrificándome por
ellos. Todo esto quedará ya borrado en su mente y pensarán que fue
falso, pero no lo fue, como tampoco lo fue que ellos jamás pensaron
realmente en mí.
Ahora
que ya sabes lo que es un hombre bueno, hijo mío, ahora que te miro
desde la cuna y pienso que quizás jamás nos veamos, pienso que podrás
ser lo que quieras en esta vida, que tienes un universo de posibilidades
ante ti y que yo estaré orgulloso elijas lo que elijas, pero, hijo mío,
por favor, por favor, nunca seas un hombre bueno.
lunes, 24 de octubre de 2011
domingo, 23 de octubre de 2011
sábado, 22 de octubre de 2011
Seres extraños
(A Manuel, a Óscar, a Pablo... )
En mi vida, siempre he admirado a estos seres. Alguno puede pensar que me refiero a aquellos que, con barba y pelo largo, se encierran en una cueva y esperan a que alguna buena mujer o muchacho se les acerque para llevarles viandas y no morir desnutridos.
Nada más lejos de la realidad hablo de aquellos que jamás podrán leer esto, de aquellos que han sido capaces de sacudirse las duras ligaduras de cáñamo cibernético y que no están conectados a la Madre.
Más de una vez he llorado en silencio mi condición de vulgar bombilla que sin estar enchufada es nada, y más de una vez he llorado en público, ya de una manera abierta y descarada por la existencia de estos seres. ¿Comprenden de lo que les hablo?
Estos seres excepcionales, estos superhombres de la cultura moderna, insisten de manera insidiosa en que sea imposible contactar con ellos, haciendo la posibilidad de disfrutarlos efímera y aleatoria, haciendo un mito de su existencia.
Si los ven, no lo duden: Enchúfenles.
En mi vida, siempre he admirado a estos seres. Alguno puede pensar que me refiero a aquellos que, con barba y pelo largo, se encierran en una cueva y esperan a que alguna buena mujer o muchacho se les acerque para llevarles viandas y no morir desnutridos.
Nada más lejos de la realidad hablo de aquellos que jamás podrán leer esto, de aquellos que han sido capaces de sacudirse las duras ligaduras de cáñamo cibernético y que no están conectados a la Madre.
Más de una vez he llorado en silencio mi condición de vulgar bombilla que sin estar enchufada es nada, y más de una vez he llorado en público, ya de una manera abierta y descarada por la existencia de estos seres. ¿Comprenden de lo que les hablo?
Estos seres excepcionales, estos superhombres de la cultura moderna, insisten de manera insidiosa en que sea imposible contactar con ellos, haciendo la posibilidad de disfrutarlos efímera y aleatoria, haciendo un mito de su existencia.
Si los ven, no lo duden: Enchúfenles.
viernes, 21 de octubre de 2011
Réplica
Tú dices que no me entero, que nunca te presto atención, que vivo en mi mundo y que soy una mala mujer, pero, mientras comes, en silencio escucho el estruendoso sonido de tus mandíbulas.
jueves, 20 de octubre de 2011
Mordisco
No es lo que parece
Después de que Jose le diera su primer beso a María, perdió la cámara donde había quedado registrado. Al no haberlo encontrado al día siguiente en ninguna red social, María olvidó pronto el hecho y, desde entonces, ambos actúan como si no hubiera pasado nada.
miércoles, 19 de octubre de 2011
domingo, 16 de octubre de 2011
Inspirado por la gran musa...
... el poeta escribió el cuento más pasional de la historia. Era un cuento capaz de hacer llorar a cualquiera, nadie podía leerlo sin soltar lágrima.
Por eso, la gente lo llamó el poeta cebolla.
miércoles, 12 de octubre de 2011
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