jueves, 26 de mayo de 2011

IV

El sapo cantaba una nana.

Me arrullaba con palabras, y levemente y en el calor del estanque, caí dormido, llorando sobre los nenúfares. Yo los regaba lentamente, calculando milimétricamente cada una de mis lágrimas.

Eran lágrimas rojas, pero yo no podía saberlo, porque estaba dormido.

Cuando todo el rojo había huido de mí, hacia aquellas flores flotantes, el sapo paró su nana, y yo abrí un ojo.

"Olvida lo que te he dicho. Era mentira."

Desperté y mi sueño había acabado para siempre.

1 comentario:

Layne dijo...

este merece estar en el libro