sábado, 2 de octubre de 2010

Bajo el árbol

-Oh, Iluminado de entre los Soles que pululan por la tierra, he venido desde los confines del reino por selváticos caminos, he ayunado y combatido al tigre y al mosquito, sólo para aprender de ti tu secreto, aquella diáfana sabiduría con la que impregnas a cualquiera que contempla tu seña más preciada, tu radiante sonrisa, la sonrisa del Bodhisattva, del río, del sosiego, tu sonrisa eterna. De ella y no de otra cosa es de la que me gustaría entender el misterio.

El Maestro no dejó de sonreír

-¿Quieres saber el por qué de esta sonrisa? Más te valiera no haberme preguntado. El motivo por el que soy renombrado a lo largo y ancho del reino es porque en su día obtuve ciertos saberes crípticos que al parecer muy pocos mortales llegan a alcanzar. Aprendí a joderme.

-Pero Maestro ¿Qué palabras son esas?

-Las que oyes, capullo. Los adeptos y el renombre vinieron solos entonces, y aún hoy hay mil cosas que me siguen enfurruñando como antaño, como tú y todos aquellos que venís con la intención de aprender en un día, una conversación, una entrada de blog, todo aquello que a mí me llevó decenios descifrar y asimilar. Bendito el día en el que esté al fin solo... y tranquilo... sin tener que recurrir a mi táctica secreta casi a cada instante.

El Maestro calló y sonrió aún más ampliamente

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífico.

Manuel dijo...

Ojodoro

rafarrojas dijo...

Me encanta, tío.
Veo futuro y renombre (y encima has compartido la sonrisa)

Cristina Domínguez dijo...

Dios mío, me ha impactado xD
¡Y encantado!

_Greed_ dijo...

Y lo mejor, que casi me hace desternillarme de risa, es que te imagino a tí sonriendo con tu sonrisa "creepy"... Y deseando la muerte del pobre bastardo xD