martes, 28 de septiembre de 2010

Venganza

Hoy, me levanté, y decidí eliminar el sol. Fue una revelación magnífica, salida de algún sueño incoherente en que todo el cielo era azul, celeste, cálido pero a la vez fresco, a la luz veraniega difuminada. Bajo él, la fresca brisa de la mañana acariciaba todos nuestros corazones, y nuestros rostros eran azules y nuestra vida era azul y todo nuestro ser se difundía en una plácida vista.

Ya en la calle, alcé la vista para desafiarle, y quedé cegado por el Astro Rey, y por la luz de la Razón que me dijo que esto era imposible, pero ahora, en la oscuridad de mi cueva, mi alma se resiente, rencorosa, contra tal afirmación.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Metahez

Podría haber pasado sin ninguna clase de dificultades por uno más de entre los niños de su edad de no ser por aquel defecto de nacimiento tan repulsivo y chocante. Se llamaba Jimmy y tenía el pene en la cabeza. No en posición frontal cual grifo colgando, sino hacia un lateral, cosa que derruía toda simetría en su ser. Era un problema, un problema terrible. No sólo por lo nauseabundo en que se convertía algo de primeras tan cotidiano como orinar, sino por el hecho de que cumplía como todo buen pene todas las labores que pudieran desempeñar aquellos comúnmente situados más abajo. Debía cuidarse mucho de entrepiernas, anos, escotes, pensamientos rijosos, a riesgo de desvelar con mucho efectismo su calentura a todo el mundo. Generalmente, por pudor y demás asuntos humanos, cubría el miembro con una bolsita anudada al borde de su escroto, que volvía el colgajo craneal una suerte de gusanito empaquetado. El narrador no dará cuenta de las interminables mofas y sobrenombres que se le apilaban, por el decoro de su prosa. En realidad es ahora cuando debiera pasar algo, cuando se debiera introducir un conflicto que desencadenara toda una trama en torno a nuestro protagonista, de patetismo ya suficientemente descrito. Pero el narrador no ha querido hacerlo. No hay trama, por mandato directo del creador de toda esta sarta de patrañas. Semejante decisión pudiera haberle sido del todo indiferente a un personaje de un cariz mucho menos atormentado que el nuestro. Pero a nuestro Jimmy no le sentó muy bien. Siguió yendo a las clases a diario, con su bolsita atada a la cabeza, para recibir el escarnio de sus compañeros. Siguió siendo inquirido en cada calle por la naturaleza de ese extraño saquito pegado al pelo. Su familia siguió mirándolo con vergüenza y desagrado. Y no sucedió nada excepcional. Y eso que el pequeño Jimmy deseaba con todas sus fuerzas que sucediera. Pero sus súplicas no fueron oídas, y para más inri el narrador decide colocarlo para culminar el "relato" en una habitación en penumbra, con los ojos llorosos y el colgajo desnudo, sin nada que lo tape. Esa será su habitación, y Jimmy tiene que aceptarlo y aceptar que el narrador desea que esté llorando, aunque también que queda poco, cada vez menos, para el final de las 32 líneas estipuladas de lágrimas, oscuridad e incomprensión.



Se reencarnó en un cisne.




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(Lamento haber tardado tanto, mis fieles lectoras, pero anuncio que a partir de ahora se prevén participaciones mucho más esporádicas por mi parte por motivos personales.)

viernes, 24 de septiembre de 2010

Arábigas III

Dulces telas tapaban su bello rostro, pero el príncipe podía ver más allá de ellas. Muchas personas creían (y creerían) que las mujeres eran las únicas personas que llevaban telas para ocultarse, pero esto no era del todo cierto.

Las personas se podían esconder detrás de muchas telas, así como el propio califa se engalanaba con las suyas, ricas, extraídas de los más exóticos países. Sin sus telas no eran nada, se tapaban las virtudes y enrojecían al instante.

El príncipe sabía que todas las personas amaban las telas... mas el amaba más a las personas, para desgracia de muchas.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Nana a tu cadáver



"El infierno es nuestro, nena" fueron tus últimas palabras. Un estertor dedicado a este cuerpo de pétalo marchito que sabías tuyo y que ahora florece sin tu sombra. Creías que iríamos juntos, que te acompañaría en tu viaje. Pero oye, mi vida es un pestañear en tu nueva eternidad ...confío en que sabrás esperarme.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Asesino de su humanidad

Suicidarse. Ni la palabra ni el concepto. Cosa de débiles. Los exiliados a los márgenes del mundo que se cuelgan por incomprendidos, los románticos que se aventan por amor y por odio, los pasionales fanáticos del elitismo que terminan en medio de un festín de narcóticos porque vivir les resulta demasiado vulgar…

Asesinarse. Es ése el concepto y la palabra. Una conspiración contra el yo decadente, impedido y menoscabado, que algún día, más tarde o más temprano, termine por llegar para acabar conmigo. Entonces no habrá razón para perpetuar el futuro de la sombra y las cenizas de lo que una vez fue.

Así lo dispuse. Reuní a mis tres inseparables leales, a mi amante y a mi hermano. Les detallé el propósito y los apuntes del complot. La decadencia, les conté, viene camino a mí desde hace meses, su halo ya me contagia, es más veloz que yo, y no toleraré refugiarme en escondites vacuos como alimaña. Por eso me detendré en el camino, me giraré y la miraré a los ojos, y luego se fundirá conmigo. Pero eso no lo veré, cegado por el polvo del mañana decrépito. A vosotros os exijo, aún que conservo vuestra franqueza, que acabéis conmigo, porque ya, queráis o no, habré dejado de ser el mismo.

Ellos contemplaron el momento de mi final. Sin duda. Pero no parecieron aceptar su cometido. Uno a uno, fui a encontrarlos. De ellos no quedaba más que tres sogas colgando del gran árbol, un balcón abierto a la inmensidad, y un frasco vacío de plástico ahumado.

Yo al fin y al cabo estaba en lo cierto. La decadencia estaba servida. No mostraron hacia mí un ápice de lealtad ni de honradez. Sin embargo, ahora sus rostros plácidos sugieren que, por encima de todo, me amaban. Cosa de débiles. Ahora la sombra y las cenizas de lo que una vez fue se me torna un difuso espejismo en el pasado.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

(Homenaje a Asimov)

A ver, ¿cuál sería la principal razón para que estuviésemos obligados a arruinar la posibilidad de ver, con un telescopio debidamente preparado, escenas del pasado?

martes, 14 de septiembre de 2010

Hace dos segundos

Cada uno en la soledad de su mundo, de su rectángulo plano (pero interactivo), todos ansiaban traspasar la pantalla y lograr el contacto humano... Presos del deseo, navegaban el vasto ciberespacio en busca de alguien que fuera capaz de hacerlo, siguiendo rumores de gente que afirmaba haberse encontrado en el mundo real.

Ciertas páginas contenían fotos de este contacto; que era posible por lo visto sólo para algunos afortunados, así que los demás esperaban y esperaban, ¿alguna vez algún rectángulo más pequeñito aparecería en la pantalla, y entonces de verdad vivirían algun contacto de este tipo?

Puede que sí, o puede que no, pero seguro que pasaría si alguno se diera la vuelta y abrazara a su padre. (O a su madre, o a su hijo, o a su amigo, o a su compañero, o a... )

lunes, 13 de septiembre de 2010

Disculpas

Esto iba a ser una entrada que hablase de alguien luchando con su Destino, de la importancia de creer en un destino o de lo interesante que resulta el Destino literariamente, que mueve a héroes y a líderes (que no tienen por qué ser lo mismo), así como también a grandes crápulas y miserables.

Yo os iba a hablar, sin esta parafernalia en forma de excusa barata, de lo realmente interesante que esa fuerza sobrenatural, y de lo poderoso que resulta decir "Fue así porque era su destino".

Pero entonces empecé a leerme Demian, de Hermann Hesse.

Me lo he bebido en dos días. Ahora mismo me siento un inútil; no hay nada que pueda deciros salvo parafrasearos el libro, así que si buscáis algo de lo que pretendía hablaros, leéroslo y ya entonces...

¡Hasta la próxima!

sábado, 11 de septiembre de 2010

El arbolillo

En la peligrosa jungla del asfalto los edificios luchan por ser los más altos y llevarse la luz del Sol. Aquí tenemos a un feroz competidor.


viernes, 10 de septiembre de 2010

Cavilación

Mirando la lámpara modulable de mi cuarto, se me ocurrió que era muy parecida a un tulipán, y que igual podía regalártela, cariño. Como cuando íbamos al campo, quiero decir, cuando el campo existía, y allí entre flores nos mecíamos, felices el uno del otro.

Ahora que estás tan plastificada como las flores en que nos mecíamos, igual querías algo diferente, no sé, algo más electrónico, funcional, ¡y para colmo modulable! ¿No es el colmo de todo lo que deseas? Además, tiene un parecido a los tulipanes, así que también podemos decir que es bonito. Si mi parecer no te sirve, también lo ha dicho un diseñador moderno...

Leí en una revista (porque ahora los hombres leemos revistas) que esos eran los adjetivos que debían definir a un objeto para que fuera adecuado como regalo, no me lo eches en culpa.

Además, ¡es modulable!

jueves, 9 de septiembre de 2010

Vacío

Esta vez lo conseguiré. Es cuestión de caer por la madriguera.



- ¿Qué tenemos hoy, agente?
- Un suicidio.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

In-comunicación

Una batería marca el ritmo de los robots, que chirrían en el gran almacén. Vienen de acá para allá, pasan al lado suya e ignoran aquella cosa que se halla situada en el centro de la sala. La batería es sintética -también lo es la melodía- y lo único natural, la voz de la mujer que canta (apreciación robótica, un humano opinaría que grita).

La mujer canta, pues, varias frases repetitivas, destinadas a resonar amplificadas en cada lugar de la gran ciudad, en la soledad del futuro, en el silencio de los chirridos metálicos y las máquinas descerebradas.

"Nadie me ama, nadie me ama... "

martes, 7 de septiembre de 2010

Negligencia

Vivían entre colchones desnudos, desnudos y adanes, no recordaban ya ni dónde. Se despertaban tarde, cuando la oscuridad absoluta se hacía apagada penumbra al infiltrarse el sol por los pequeños orificios en la ventana. Entonces escribían durante un rato en sus cuadernos cuánto habían volado y sucumbido, andado y conversado, sufrido y disfrutado, visto, oído, tentado, olido y degustado; intercambiaban pareceres y vivencias entre ellos, y descorchaban un nuevo frasco de pastillas, apenas escasas horas después del desvelo. Pronto rendirían de nuevo sus almas a los excesos y quimeras que la existencia se negaba a concederles en la vigilia.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Futuribles

Dime, cuando marches hacia países remotos, lejanos, exóticos,
¿me llevarás contigo?
dime, cuando sueñes con grandes éxitos, fiestas y mucha fama,
¿me soñarás contigo?
dime, cuando desees grandes bienes, y vino en tu copa,
¿me desearás contigo?

Sí, pequeña monedita, sí.

jueves, 2 de septiembre de 2010

La despedida

La tarde se fundía en una noche inolvidable, y el padre de nuestro protagonista miraba frustrado unas cuantas facturas, ajustándose cada poco tiempo sus gafas de leer. Desgañitándose, el hijo cavilaba si entrar o no en el salón, para contarle la aterradora conclusión a la que había llegado luego de un mes, quizá dos, pensando sobre su vida.

- Entra, hijo. Es ya casi la hora de irte, ¿vienes a despedirte? - dijo el viejo patriarca.
- No, todavía me queda un rato, supongo, antes de volver a casa -
- Ah -

Y se produjo un silencio atroz, durante el cual la culpabilidad del hijo crecía y crecía sin cesar. No importaba cuánto tiempo pasara o cuánto madurara éste último, siempre serían padre e hijo.

- Escucha, papá... hay algo que tengo que decirte, y vengo cavilando desde algún tiempo...

"Ya está" se dijo el padre. "Lo va a soltar, es un homosexual. Yo ya se lo dije a su madre cuando rompió con la novia esa suya. ¡O cuando apareció maquillado en la casa por un concierto de rock o algo así! Y eso de que no le guste el fútbol o algo, eso seguro que se lo ha pegado su hermana. Siempre ha sido un poco afeminado y ahora por fin se ha decidido, pero yo soy un buen padre y me mostraré comprensivo"

- Vamos, hijo, ya lo sé.
- ¿Lo sabes? ¿Te lo ha dicho ya mi hermano?

"Caray. Así que su hermano lo sabía. Si al final voy a resultar que soy el último mono, pero bueno, supongo que es esta pinta tan severa que tengo, claro, le daría miedo contármelo, el pobrecito... ¿o ahora voy a tener que pensar que pobrecita?"

- Sí, sí. - Mintió - Ya lo sabía, ¿o te crees que tu padre es tonto? - se levantó para abrazarle - Pues sí, hijo, sí. Pero soy un padre comprensivo, yo te dejo hacer lo que tú quieras, sé que ya eres dueño de tu vida, y puedes entregarla a quien te parezca.

El hijo se sintió avergonzado, pero decidió no hablar más del tema. Cualquier palabra de más que pudiera decir su padre podía hacer que su tentativa de suicidio fuera cambiada por un sentimiento de amor filial, pero en lugar de eso estas palabras reforzaron su principal idea: suicidarse para evitar todo posible infortunio en la futura vida, ya que el prudente no aspira al placer, sino a la asuencia de dolor.

- Gracias, papá. Ahora sí puedo marchar en paz. -

miércoles, 1 de septiembre de 2010

¿Qué hay al otro lado del espejo?

Un opaco, duro y cruel panel de madera de ébano.